miércoles, 8 de agosto de 2012

Suspiro...




Amo la voz de mis antepasadas, esas diosas que se han ido de este mundo sigilosamente.
Que a través de mis sueños me muestran el camino al cual debo dirigirme para mejorar mi especie.
Soy una más de todas las partes que conforman el universo.
Mi voz hace resonar esos cantos místicos que festejaron el nacimiento de la vida. Misticismo que debemos permear por doquier tan sólo para recordar que somo
s tan sagrados como el sol, como la luna y que nos debemos a los astros.

Cada uno de los seres que me rodean son parte esencial de mi sonrisa y de mi tristeza porque no podemos prescindir de la existencia en general. La voz de los árboles se hace fuertemente al retoque del viento y nos recuerda que son ellos nuestros maestros. El canto de los pájaros son el susurro de todos esos dioses que estuvieron antes que nosotros y nos dicen en clave cuál es el secreto de la existencia. El ir y venir de las olas, ese mar que nos abraza; no hace mas que darnos las caricias que nos envuelven en el vientre de la gran madre naturaleza.
Yo soy tú y tú eres yo. Somos luz que nos complementamos para vencer la oscuridad de las dificultades que hacemos llamar problemas. ¿Por qué no ayudarnos en vez de juzgarnos? nadie nos ha educado para saber compartir sólo nos han enseñado a competir. Triste verdad de la decadencia humana pero la naturaleza nos recuerda con sus múltiples señas que lo esencial es lo que podemos lograr desde nuestro interior y no lo que adquirimos del exterior.
Te recuerdo yo soy tú, tú eres yo.