domingo, 21 de febrero de 2010

Carta para decir adiós


Quisiera escribirte una carta interminable en la cual, hubiesen depositadas todas esas palabras que nunca dije, en donde quedara claro el gusto por estar a tu lado, el deseo inaudito que existió y se consumió una y otra vez.
Sí, dejar una carta en la que lo más bello de mi ser fuese escrito con sus puntos y sus comas bien establecidas; con la ortografía perfecta y la fonética ideal al ser leída en voz alta. Tan alta como para quedar impregnada en los tímpanos de tus oídos. Hoy quisiera deletrear en esa carta cada letra con el sentido idóneo, escribir lo no escrito y pronunciar del lenguaje lo que nunca más será pronunciado, que mis manos hablen sin parar para desahogar no sólo el alma sino cada uno de mis sentidos, que describan de modo poético lo que olieron de ti, lo que saborearon de ti, lo que sintieron contigo, lo que vieron de ti que nadie verá jamás pues nadie te verá con mis ojos negros ni te hechizara como yo lo hice.
Hoy quisiera dejar una carta interminable en donde quede asentado que aunque sea un cuerpo alejado más que un alma extranjera, hoy mi rostro es un misterio en el cual todos buscan romper los múltiples silencios que han teñido la ausencia.
Hoy dejaría una carta con diálogos de asombros, con hilos de letras llenos de complicidades, con anhelos dibujados y una imaginación voraz y equívoca de deseos no escuchados.
Hoy la escribo vestida con mi velo ritual de melancolía, mis ojos reflejando los relámpagos de mi piel y mi sangre evaporándose junto con la pronunciación de estas letras.
Hoy dejo esa carta escrita en silencio, armada con las palabras de la ausencia que emanan de la luz y humedad de mi cuerpo. Guardo el sabor del silencio en mi memoria.

jueves, 18 de febrero de 2010

Sensualidad solitaria


Las nubes se han movido poco a poco como queriendo no molestar a las aves. Me sonrojo de pensar en lo que me recuerda la voz del cielo, me susurra de tal modo que provoca en mi una humedad obscena.
Mis pasiones se despiertan pensando en la suavidad del algodón que me tapó después de hacer el amor aquel día que me fusioné con los dioses. Entre espasmos y suspiros entregué el alma tan sólo para darla y nunca más verla triste.
Falló, la tristeza sigue, sin embargo el recuerdo latente de los vaivenes dentro mío permanecen, los silencios acallados con suaves caricias de labios, las manos paseando por los horizontes de piel suave y deseosa de aliento a tinto tempranillo.
El cielo se torna azul obscuro, me cubro con violetas las heridas de la noche sola, una más que en lejanía comprendo la extrañeza del calor cotidiano que dejó de serlo.
Busco entre mis memorias corporales gemidos de placer con los cuales invoco el amor que se ha perdido en lo oscuro del cielo. Mi piel es tibia tirándole a fría, me cubro con las voces del silencio y me entrego a la pasión solitaria y al deseo húmedo en secreto; pues soy yo y los demás, no hay ningún Otro.

sábado, 6 de febrero de 2010

Divagando

Es bastante agradable encontrarse a solas consigo mismo. Después de una semana de mucho estrés laboral y adaptándome a mis nuevos horarios de vida, encuentro que la sensación de alegría va volviendo poco a poco. Ha sido un poco difícil, más por los malestares físicos que me he cargado últimamente y es que no me imagine que dejar un medicamento me trajera tantas consecuencias sintomáticas. Lamentablemente la solución por este momento ha tenido que ser el no dejarla y seguir a la dosis anterior ufff no sólo molestó a mi bolsillo sino a mi temor de nunca estar sin esa droga. Sin embargo, creo que por el hecho de estar lejos de mi familia y solita, es mejor que haga lo necesario por no sentirme mal ni física ni emocionalmente.
He comenzado de nuevo a dar clases y ha sido una maravilla puesto que he regresado al aula en donde siento que en verdad hago algo valioso, me siento feliz por ello y es que no hay nada más bello que sentir que se está dando uno a sí mismo de modo sincero a los demás. Mi vocación de docente cada día se fortalece más, ni yo imaginaba cuanto extrañaba hacer eso.
Por otro lado ando trabajando en un texto sobre el concepto de ideología, Althusser es más que claro en explicarlo y mucho tiene que ver con lo que he pensado estos días con respecto a mi labor docente, y es que no hay duda de que la educación es un aparato ideológico tremendo y lo veo en la reglas que hay en la Institución para la que laboro, y lo que es de gran interés es que en efecto como dice el pensador; "Ningún aparato ideológico de Estado dispone durante tantos años de la audiencia obligatoria" Ojalá algún día se pueda hacer algo por que la ideología trasmitida sea la más idónea pero a saber, ¿habrá ideología idónea? es decir, ¿habrá algo tan auténtico como para en verdad pensar en el bien común? lamentablemente a mis ya treinta y tantos años, lo dudo.
En fin, las lágrimas se van pero llegan las dudas...