sábado, 23 de febrero de 2013

Anatomía del oído


El oído es cosa delicada, resulta que en un tratado que data del 1800 a.c se descubrió los grandes ´peligros que un oído puede correr. Si bien es cierto, todo entra por el oído, no sólo el sonido sino el movimiento y las formas del mundo que nos rodea. Gustave Guillaume lo decía de modo muy claro " Lo que le apetece al oído le apetece a la mente". Y bien, el oído pasa por cada extremidad y cada órgano del cuerpo humano a tal grado que se puede convertir en el tirano más malévolo de todos los tiempos. Dios se queda en nulidad al lado del poder del oído sobre el ser humano. El oído es la puerta de entrada para todo, para las emociones, para los pensamientos e incluso y lo más preocupante; para las enfermedades tanto físicas como mentales. Sin embargo, hay enfermedades saludables, si, por muy contradictorio que nos parezca, pues al tener una enfermedad, el cuerpo avisa que hay algo que no funciona bien y por tanto hay que ponerle atención. Pascal no erró al escribir un texto sublime cuyo título es: Oración para pedirle a Dios el buen uso de las enfermedades. Pues si, hay un buen uso de las enfermedades por muy imposible que parezca.
Pero el oído, si, el oído es justo esa puerta que nos pone ante la derrota del mundo, pues el ser humano es como una especie de ciudadela y los sentidos son las puertas por donde entra todo y es justo el oído la puerta más desprotegida de ahí las grandes derrotas humanas.
Todo lo que nos acude al oído es pasado por el filtro tan exquisito de su propia anatomía por ello es necesario saber prestar oído, no es útil para la salud andar escuchando por doquier como tampoco divagar en los pensamientos que no son sordos pues pueden ocasionar una grave enfermedad mental. Los teóricos de la anatomía auditiva, han postulado que lejos de prestar oído, hay que limitar su uso a sólo lo más digno de ser escuchado y que al andar divagando por la vida, debemos tener cautela. Hablan de un postulado cosmético el cual consiste en que pongamos cautela en no prejuzgar las sensaciones que no conocemos sin embargo, estas versiones son muy inexactas aún.
Lo que más importa de todo este tratado es que debemos cuidar la escucha, el oído y todo lo que concierne a él pues de lo contrario, terminaremos como casi todo el mundo, aniquilando lo que amamos. Pues la falla del oído en la humanidad, los ha llevado a profesar una extraña religión; la de matar todo lo que se ama. 

domingo, 10 de febrero de 2013

Habiendo pasado...


Tantos días de silencio, un sábado y un domingo sin decir mucho. Un fin de semana completo y dedicado a la contemplación amistosa del entorno. Vaya ¿qué dije? ni idea...
Murió Eugenio Trías. Un filósofo más que nos deja un gran legado de pensamiento en un mundo ávido del mismo. ¿Habrá más filósofos en camino que ocupen esos sitios que se van quedando?
Mi cerebro esta cansado -como es evidente- sin embargo, me di el tiempo de modificar mi blog pues últimamente suelo abandonarlo mucho y no es justo debido a que es mi propia historia en fragmentos, en episodios existenciales. Quien lea Hada cosquillas leerá mi geografía personal. Por lo mismo, he decidido retomarlo pese a lo que en una ocasión me llegó a parecer un espacio de egolatría, hoy me doy cuenta que mi ego es tan mínimo al lado de las redes sociales y del patético espectáculo de búsquedas de sentido.
Esto no es más que mi espacio personal de saberme, de decirme y entenderme y son bienvenidos todos aquellos que gusten de leer ociosidades.
Recuerdo aquel momento en que comencé a vaciar mis ideas una a una y tratando de componerlas como si de una sinfonía se tratase y en efecto, era el indicio de la sinfonía de mi propia existencia; haberla dejado de tocar ha vuelto mis días menos útiles y más comunes puesto que el escribir sobre uno,  te hace poner más atención en los detalles del entorno, en los tonos del contexto y en los sabores y sin sabores de la vida en su totalidad. En pocas palabras; te hace ser consciente.
Amo las letras tanto como para atreverme a ponerlas en un conjunto de proposiciones, tanto como para hasta llegar a dedicárselas a alguien en un momento dado. Mis letras tienen dueño ese dueño eres tú y quien quiera adoptarlas pues como en una ocasión leí en un libro de Barthes "Escribir es donar la palabra al otro" Lo escrito, cobra vida por si y deja de ser de quien lo plasmo. Es justo la magia de la palabra, es justo mi religión.
Pues si hay un credo que profese, este es el de la palabra.