Diciembre es sin duda un mes de reflexión ya que en nuestro calendario es el final de un ciclo. Pero diciembre, me resulta por demás encantador por si solo. Sin fiestas, religiosidades, ni regalitos obligados.
Me parece un mes fascinante porque en este mes justo tuve una boda hace diez años. La recuerdo de modo mágico pues fue mi boda.
Hoy, ya es cosa del pasado sin embargo, yo sigo casada con la ilusión de una vida feliz, de un amor eterno y de un proyecto de vida claro.
La ilusión de una vida feliz; la he comprendido como la disposición personal de realmente desear vivir de modo feliz. El amor eterno sigue siendo un motor que me mueve día con día pues es justo el amor propio el que si será eterno. Y después de todo este tiempo, comprendí también que el proyecto de vida claro es tan solo el nunca dejar de respetar mi verdadero ser.
Sin duda alguna, diciembre de hace diez años fue el comienzo de mi mayor crecimiento.
Gracias a ese ser que me acompaño y me amo, durante ocho años. A.
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