lunes, 13 de mayo de 2019

El encuentro entre dos mundos



Entre emociones, promesas, ensoñaciones y expectativas se fue tejiendo un encuentro entre dos mundos. Casi todos los encuentros planeados suelen gestarse en esa atmósfera de romanticismo imaginario cuando se es demasiado apegado a la fantasía y a las letras. 
En ocasiones quienes nos dedicamos a pensar y escribir, creemos que nuestra propia existencia es una especie de historia por contar. Lamentablemente, la realidad siempre se impone y se encarga de ubicarnos y dejamos de ser el personaje de ensoñación para ser simplemente los que somos. 
Así fue como me sucedió en mi encuentro con otro mundo ( sigo siendo heideggeriana) se fue consolidando a través de un preámbulo que se antojaba prometedor en muchos sentidos pero entonces el momento tan esperado de estar por primera vez ante la mirada del otro, se vio eclipsado por una situación física, esto no permitió que el otro se saliera de sí mismo para adentrarse a la aventura de caminar por mis calles anatómicas. Al pasar el tiempo, fue interesante conocer ese otro mundo en el que todo giraba sobre su propio eje, rebasado por su propia situación, evidenciándose su caos interior donde como todos esos mundos en los cuales la realidad los arroba al grado de que cualquier contacto con su interior es cosa para otro momento ( el cual para algunos nunca llega). No niego que es un mundo maravilloso, con cualidades bondadosas e inteligencia cognoscitiva innegable, sin embargo, fue un mundo cerrado al contacto con mi propio mundo, lo cual no permitió que se gestará una intimidad auténtica de esas que a mi me gusta generar pues no puede uno intimar con quienes no muestran ni el mínimo interés por salirse de sí mismo. Una historia más por contar  ya tengo, pero no hay mucho que se desprenda de ella, dado que al parecer fui una especie de cometa que pasó de modo efímero por el firmamento de ese mundo, fui tan sólo una curiosidad para sus habitantes quizá, tal vez una aventura más que sumar, una experiencia que no trasciende y que a partir del primer instante ya era cosa del pasado. Sí, justo así me sentí, experimentando una serie de episodios emocionales interesantes pues pasé por la indignación la cual correspondía más a mi ego que a mi misma, luego se manifestó el enojo, un enojo arrebatador e irracional pero posteriormente se torno en molestia interna pues si algo es cierto es que los enojos nunca son del exterior sino que siempre se refieren a nuestras proyecciones. Posteriormente al regresar a mi órbita, se manifestó una tristeza profunda pero curiosamente se instaló una esperanza pues pensé que quizá había dejado algo propio en el otro mundo. Pero en el transcurso de estos días comprendí perfectamente que en esta historia el personaje que realmente había sido era  el de la estrella fugaz y hasta ahí llegó mi participación.
Como siempre, se agradece la experiencia y como en algunas historias, me quedo sin comprender pero a diferencia de historias pasadas, en esta ocasión me queda claro que intentar comprender es absurdo. Hoy tan sólo me resta decir gracias porque siempre me quedo con esa frase de Heidegger "En el pensar está el agradecer y en el agradecimiento el pensar" la gratuidad es una de las mayores virtudes que se pueden poseer, enaltecen a quien agradece y fortalece el espíritu de quien la practica. Así pues, gracias pues a pesar de que no ha sido un viaje al exterior inolvidable, si lo ha sido al interior. Hoy quisiera que ese otro mundo supiera lo que no se atrevió a conocer pues como en un momento me dijo E. sobre A. " Bruja, él nunca supo lo que no tuvo". En esta ocasión, este mundo quizá se trate de un episodio similar y es que es innegable que somos tan cíclicos y repetitivos que no me extraña nada lo acontecido.

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