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jueves, 3 de marzo de 2011

Uniformando mentes


Hace tanto que no venía por aquí. Y no por cuestión de olvido sino porque en ocasiones la vida se torna tan cotidiana que para alguien como yo, es difícil considerar algo de ello digno de compartirse.
En este tiempo he pensado demasiado y sobre demasiados asuntos. Es complejo querer decir los temas pues devendría en una lista interminable de conceptos y hechos. Sin embargo, cuando nos vemos confrontados por algo, la cotidianidad adquiere ciertos relieves y por ende cobra una importancia especial.
¿Qué ha pasado? nada grave a nivel personal y en estos tiempos; es un lujo poder expresarse así. Lo que si ha pasado, es que por mi naturaleza necia, una vez más me he topado con pared. Me topo de nuevo con la pared de la dictadura institucional. Bien dice Lipovetski (a quien por cierto es delicioso leer) "Ya sólo queda en la palestra, el culto a la competencia económica". ¿A qué viene a cuento? pues a que soy testigo y víctima del arrebato social de consumismo masivo. No cabe duda que los tiempos son otros y parezco anciana al expresarme así y no dudo ya serlo para algunos, pues el tiempo es en suma un instante. La evolución se ha tornado el tiempo presente, todo lleva prisa pero paradójicamente, existe demasiado ocio.
Es curioso como el pensamiento ha dejado de tener importancia en el mundo cuando gracias a él, el mundo es lo que es. Y cuando mento mundo, me refiero a los seres humanos y su estilo de vida, sus modos de pensar y actuar.
Me han dicho que mi trabajo no ha sido suficiente como para conservarlo, es decir, no he vendido lo suficiente como para teñir los números rojos en negro. Cosa curiosa, no soy matemático. De números sólo sé que los mayas inventaron el cero y es mucho lo que sé, pues algunos este dato ni lo conocen.
Sin embargo, lejos de preocuparme mi "status" laboral; me duele la indiferencia con respecto a mis verdaderas cualidades lo cual traducido en el idioma de mi empresa se diría: " No reconocen mis competencias y me resaltan tan sólo mis áreas de oportunidad". ¡Por Zéuz! me parece más complejo este castellano que el de Cervantes. Y es que en definitiva; el lenguaje es lo menos preciado por este contexto. Somos números y resultados. Somos un binomio que consiste en: "Costo-beneficio".
¿Es esto la educación? ¿si somos rentables terminará la situación bélica con el narco en nuestro país? me dedico al ámbito educativo, vendo diplomados, si; es increíble que se diga de este modo tan pragmático y es que bueno, no es de extrañarse pues hasta los valores se venden.
Pero decía, me dedico al ámbito educativo en el cual no pierdo la esperanza de generar conciencia sin embargo, es tan preocupante que quienes dirigen cierto barco nos dejen ser naúfragos a quienes en verdad nos importa lo esencial. Lo esencial se podría decir que puede ser algo distinto para unos y otros pero apelo a la condición humana y ahí no puede haber intereses personales. Es decir, lo esencial es el ser humano y su bien común. A unos cuantos les preocupa y buscan hacer algo, me sumo en este grupo pero lamentablemente una vez más, confirmo que no hay cabida para la conciencia.
Uno de los detalles que más llamó mi atención en el discurso pronunciado acerca de mi desempeño laboral fue que causa cierto rechazo a mi labor, el hecho de que yo no porte el uniforme de la institución el cual sólo consiste en una blusa con el símbolo que identifica el lugar. Nunca he sido partidaria de los uniformes ya que me parecen de naturaleza socialista y por ende entonces implican congruencia. Una congruencia que yo jamás he visto pues sin duda lo que importa al portar un uniforme es que aceptemos que todos somos iguales independientemente de la jerarquía que tengamos en el diagrama empresarial y que todos comulgamos con la misma ideología cargada en ese símbolo del cual somos representantes.
Las ideologías siempre me han parecido un aparato de poder muy cruel y deshumano, la uniformidad, una hipocrecía irreverente ante la realidad de quienes se encuentran en la periferia de la sociedad. Para mi, implica más igualdad dar la mano a quien la requiera, ayudar a quien se pueda y despertar conciencia compartiendo los secretos del conocimiento.
¿Qué representa que alguien como yo no porte el uniforme? pues obviamente que no comulgo con los ideales, con las acciones vaya, que no estoy en realidad uniformada de la mente.
Es fácil fingir y portar un pedazo de tela igual al de todos quizá no me "cuesta" nada para una lógica de mercadeo pero para una búsqueda de sentido y autenticidad si cuesta y mucho pues no es cuestión de rebeldía, es dignidad y respeto por mi congruencia.
No me uniformo porque me gusta ser libre. Es tan penoso que nuestra sociedad siga alimentando antiguos prejuicios y que sólo se modernice en una dimensión tecnológica y neoliberal. En fin, es una pena que mis competencias no sean las adecuadas según los estándares de calidad de la empresa.