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viernes, 22 de mayo de 2009

Paseando por la mente


Hoy por la mañana venía caminando despacio, de regreso de mi jornada laboral matutina. Si, y es que la gente como uno debe proponerse tener jornadas más creativas para dejarse espacio propio y expresarse de algún modo. O dicho sea de modo real, las personas como yo tenemos poco trabajo y por eso tenemos que idear nuevos métodos de sentirse productivo. De ahí que venga mi reflexión sobre la cuestión de la plenitud. Leía un breve relato de Vila-Matas acerca del suicidio, una historia que contaba el hecho; de que uno de los personajes huía de la plenitud. Esta frase hizo que me detuviera en una reflexión personal ¿Acaso yo huyo de la plenitud? ¿de ahí que me cueste trabajo terminar las cosas? o ¿de ahí que nunca me sienta  del todo agusto o feliz?.
Alguien un día me dijo "Eres adicta a la tristeza" y yo me dije "Vaya adicción la mía, quizá la más cara de todas las adicciones porque no es venida mas que de mi misma" y bien, he tratado de modificar estos estados y actitudes sin embargo; y volviendo a la frase de "Huir de la plenitud" comencé a ver mi entorno, comencé a ver a los seres que junto conmigo iban en el transporte público y trate de leer sus gestos. Honestamente, todos coincidían en que trasmitían lo mismo, un sin sentido, un hastío quizá social. Entonces leí en mi libro "La ciudad entera está llena de solitarios dominados por la nostalgia del pasado" en ese instante no sólo pensé en lo cierto que podía ser la frase sino que corroboraba la idea en el acto. Es verdad -me dije yo- pues creo que si pudiese leer las mentes leería asuntos similares que tendrían que ver con añoranzas, deseos pero nada con el hecho de estar aquí sentados y ya. 
Creo que finalmente no soy ni adicta a la tristeza no huyo de la plenitud, es tan fácil y sencillo como decir sólo soy un habitante más de esta realidad en la que parece que la peste más contagiosa y mortal es la de la inconsciencia. Todos hemos enfermado de muerte de inconsciencia absoluta.  Por eso concluyo que lo mío es la melancolía, es decir, cierta tristeza leve.