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viernes, 28 de agosto de 2009

Viajando dentro de mi conciencia



Vengo andando por los placeres de mi memoria. Recordé esa sensación de intoxicación mística, ese desprendimiento de la prótesis cultural que experimenté por unas horas.  Ha sido sin duda una de las mejores experiencias que tuve en mi pasado. Ver lo que nadie ve de mi, escuchar la voz que no suelo escuchar de mi misma y conocerme sin reserva y sin máscaras.
Verme en la fragilidad de la ausencia de todo concepto y justificación racional, lejos de toda comprensión occidentalizada del mundo. Me encontré ahí frente a mi misma. Comenzó mi propio y más auténtico diálogo. Me conocí.
Es difícil de explicar de ahí que haya tardado tanto tiempo en contar, de cualquier modo, la sigo considerando una experiencia incontable y en suma, íntima y personal. Conocí a la pachamama, la sentí no fuera sino dentro de mi. Comprendí lo sagrado y como Spinoza, descubrí su grandeza y me reconocí muy pequeña. Hice conciencia de que el amor en todas sus manifestaciones es lo más importante que puede generarse en este mundo y que los conceptos que conocemos no son mas que muletas con las que andamos por doquier tratando de justificarnos como especie por nuestras propias miserias.
La vida es tan sencilla y tan mágica que no comprendo en dónde comenzó el problema de la existencia. Justo menciono esto, porque al recordar estos momentos de gracia absoluta, me libero y me limpio de las cosas humanas, de las sensaciones y emociones que nos llevan a ver las cosas de modo negativo, complejo y por ende oscuro. 
Me llama mucho la atención cuán variada puede ser la perspectiva del ser humano frente a un mismo sitio. Porque hay quien habla maravillas del lugar en donde habito y a quien habla pestes. A mi para lo único que me sirven las opiniones diversas; es para reafirmar que es uno quien decide cómo ver el mundo.  Estar bien o estar mal es cuestión de voluntad y disposición. Pero nos acomoda más, dejar que en nuestro cerebro intervenga la prótesis de la cultura mermando así, una visión más auténtica del mundo. Gracias doy a la vida que me ayudó a tratar de vivir sin ello y pensar en Husserl y su fenomenología. Aprender a vivir sin esos prejuicios que no nos permiten acceder a las cosas mismas.