Y las notas, siempre dictándome la palabra.
Para sentir mis letras es mejor leer y escuchar.
Caminando por cada recoveco de mi misma, he ido encontrando algunos objetos que consideraba perdidos. Ha sido una especie de excursión en la que he estado explorando por aquí y por allá. Curioso fue reencontrarme con él, sí, el sello que con tinta turquesa tiñó mi alma. No recordaba que por ello me suelo ver bien con ese tono de azul.
Iba por uno de los caminos más pedregosos y me tropecé, una vez más no observé ese objeto que nunca se ha desaparecido y parece un objeto animado porque cuando menos lo espero me tropiezo con él. ¡Cómo quisiera que ese si se perdiera! ¿no les pasa que de repente pierden algo que añoran y algo que detestan parecen condenados a poseerlo como si fuera indispensable para ser uno mismo?
Hoy, aparentemente no hice nada pero en verdad llegué agotada de mi exploración. Entré a una especie de cueva donde lo único que había en el interior eran espejos y cada uno de ellos reflejaba un recuerdo, algunos de ellos fueron gratos volver a verlos pero otros tan sólo causaron dolor, ese dolor que en su momento generó pero además ahora se sumió un dolor con olor a nostalgia y color violeta.
Posteriormente fui hacia un horizonte, prometía un hermoso paisaje pero al llegar a la cima del pequeño monte, tan sólo era un abismo oscuro y aparentemente sin fin, a lo lejos escuché su voz o lo que pienso pudo haber sido su voz pues su existencia fue tan efímera que nunca la conocí. Pero tuve una extraña certeza que ahí se encontraba tratando de decir lo impronunciable.
Tome camino de regreso y me metí por la colina de la conciencia (insisto siempre por ahí) me parece el camino seguro sin embargo, cada vez estoy más convencida que es una especie de autoengaño pues la conciencia se transmuta en confort así que decidí dar tres pasos hacia atrás y retomar camino pero por una vereda nueva, era como esponjosa, suave pero muy frágil, ahí me topé cara a cara con mi otro yo de hace años, la sensación de autoprotección se hizo manifiesta pero sabía que no debía incurrir en ello, tenía que dejarme pasar de largo y así lo hice. De pronto, escuché las voces de ellas, las brujas, todo mi linaje femenino ahí estaba con sus poderes peculiares, su voces que irradiaban una fortaleza que reconozco y sus risas cantarinas, se mofaban de la vida, cada una de ellas desde su muy peculiar sentido del humor lanzaron un hechizo que no entendí, soltaron una carcajada ante mi ignorancia pues en definitiva sigo sin creérmela. Una de ellas me dijo "ya saca tus hechizos, no temas" y entonces recordé tantas voces masculinas que siempre me han dicho sobre mi poder de hechicería pero como siempre, se confunden y no ven lo que en verdad hay más allá pero lo entiendo pues ni yo he sido capaz de aceptar eso que hay más allá. Tuvo que volver aquél, sí ese primero que me hizo sentir culpable de ser yo, de ser libre, de ser mujer pero vino para recordarme que justo me encuentro como un ave fénix, renaciendo de las cenizas porque a pesar de tantos años luz de distancia entre nuestras almas hoy soy capaz de sentir compasión y sé que justo ahí donde lo dejé ahí mismo sigue. Cuánto bien me hice a mi misma partiendo de ese mundo y venir a fundar mi propio mundo, lejos de todo lo que daña la magia. Hoy vuelvo sí, con mi alas de hada, con mi magia. Cuando comprendí eso justo se puso el sol y así como el Principito me senté a observarlo, a sentirlo y fue cuando la magia se hizo presente y por fin escuché la voz de ella la que pasó como un suspiro en mi vida y las palabras fueron "Tú eres yo y todas las demás, tú fuerza es inconmensurable y tu magia proviene del cúmulo de sabiduría de tus ancestras, por ello; sigues volando y tu viaje aún durará, tu mal desaparecerá con tu propia magia". Mis ojos estaban inundados de llanto y me sentía en medio de un silencio ensordecedor. Me paré y seguí caminando por cualquier rumbo, llegué a casa y de nuevo estoy aquí.
Por fin, hoy tengo certeza de que ya llegó el final de lo inconcluso y me regocijo en ello.
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