Me arrodillo ante mis recuerdos. Me estremezco como quien recibe una herida de muerte. Me duelo.
Pero renazco, vuelvo a la vida como si hubiese permanecido en coma. Me descubro infranqueable, resuelta hasta el momento. Camino entre mis ideas las convierto en laberintos llenos de sorpresas porque si algo aprendí en la ausencia de mi misma es a que todo se torna según el deseo profundo de lo que se es.
Ya no busco en este instante, sólo observo y aprendo.
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