¿Acaso si hubiésemos vivido
en la misma etapa temporal,
tú me hubieras visto?
Mi querido mago,
tú que te escondías en tu Selva Negra,
que permanecías ahí, en donde nadie te inquietara el alma.
Hoy yo, quien existe como una especie de Bruja;
trato de hacer hechizos con tus mágicas palabras.
Encontrar en la morada del ser,
un indicio de lo que tú fuiste.
Mi querido mago de Messkirch,
me es difícil defenderte,
pues no puedo negar que como Fausto,
caíste en la tentación.
Me duelo por tu caída
y tu extraña autenticidad.
Pero a pesar de esto,
tu magia sigue haciendo efecto,
tu palabra retumba hasta
las conciencias ávidas de sacralidad,
y tu ser sigue existiendo
en forma de recuerdo
muy por encima de tu Nada.
Heidegger;
aún sigues causando estupor entre quienes
te leemos y te asumimos como propio,
bien lo dijo Hanna Arendt
quien atinadamente y llena
de pasión pronunció:
“Heidegger es el rey secreto del pensamiento”.
¿Por qué el Ser y no la Nada?
Simplemente, porque tu palabra
solamente supo pronunciar al Ser,
como todo un poeta en estos tiempos indigentes.
Gracias por mostrarnos el hablar del habla,
y traer de su olvido al Ser.
Ha sido sin duda,
uno de tus más grandes hechizos.
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