jueves, 6 de agosto de 2009

Estancias de mi misma

Silenciosa voy por la existencia de mis emociones. Una y otra vez recorro mis pensamientos tratando de sumirme en ellos y localizar las tentativas de mis ideas para plasmarlas de una en una con la cautela adecuada y no dejar escapar suspiros ni sin razones que no podrían venir a cuento.
A menudo y con mis años voy desviando mis recuerdos hacia la infancia, esa época infranqueable en el contenido de mi memoria... me estremezco y añoro.
Escucho Requiem, me apasiona y me hace temblar el alma desde muy adentro, sacando de mi las pasiones ocultas que normalmente me conducen al pecado.  El pecado de ser yo misma pase lo que pase, que me dispense el mundo pero no sé existir de otro modo pues de lo contrario, me apagaría. Mi alma envejecería de modo instantáneo y simplemente dejaría de existir. 
Mi vida se torna de colores verdosos, el verde ha entrado de improviso, me ha bañado con sus tonos y me ha ocultado dentro de su bendiciones pues ya lo decía el gran místico del medievo Meister Eckart "Sólo en lo no dicho de su lenguaje Dios es Dios".