lunes, 18 de noviembre de 2013

Oda a Sofía por su inexistencia. (Part I)


Siempre he pensado que lo mejor que me pudo haber pasado, fue tener a Sofía. Si, mi pequeña y hermosísima Sofía. Esa niña que he guardado muy dentro de mi, esa hija mía que se alimenta de ideas y pensamientos bien construidos. Para Sofía no hay límites. Confieso que ser madre de alguien así no es cosa fácil. Cada día me sale con un interrogatorio no sencillo por responder y es que la vida le ha dotado de una mirada en suma profunda y no sólo distingue formas y colores sino distingue emociones, pensamientos, miedos y sobre todo, pobrezas. 
Desde muy pequeña ha sentido un dolor muy fuerte que ella ha decidido mentar humanidad. No sabe cómo es que comenzó ese dolor, no lo recuerda sólo dice que fue desde muy pequeña cuando veía niños como ella pero sin todo lo que ella tenía. Se cuestionaba ¿por qué? sin embargo, los doctores aún con esta información, no han sabido realmente que origina su dolor.Al grado, que ha tenido que aprender a vivir con él. A Sofía le apasionan los juegos tanto como los libros, y es que en verdad ella se alimenta de letras y golosinas. Sabe perfecto que la vida debe tomarse más a la ligera pero esta pequeña mía por más que lo intenta no sabe cómo y siempre me repite la misma frase. "Mami ¿cómo puedo vivir sin pensar tanto?"
No tengo respuesta pues yo misma no lo he descubierto. Creo que le heredé un mal hábito a esta pequeña mía y por más que le digo "Sofía tu disfruta, la vida fluye" yo sé en mi interior que mis palabras son vanas pues ni yo misma las creo. Sin embargo, algo que yo disfruto y mucho es ver a Sofía disfrutar de la vida, es tan profunda como les digo pero también es muy simple. Ella sabe ser muy feliz con el aire sobre su rostro, con la planta que florece, con los gestos cariñosos de sus perritos, con la sonrisa de un niño. Cuando Sofía va caminando, le encanta ir contando los mosaicos que va pisando (tiene una afición secreta por los números pero no lo dice públicamente para que no se encelen las letras y la abandonen), Sofía tiene mucha afición por los colores de ahí que su lugar favorito sean las tiendas en donde venden colores, plumones, crayones, y todo objeto para crear y escribir y colorear. Adora tener sus colores y ponerse a dibujar, nunca ha dibujado muy bien, pensar es lo suyo. Pero el dibujo lo ve como lo que le gustaría haber sido. Sí, a ella le hubiese gustado mucho ser una gran pintora sin embargo, lo suyo son las letras. Aún así, disfruta garabatear y regalar sus garabatos aunque nadie les entienda pues ella sabe que cada trazo suyo es tan sólo una sonrisa.
Sofía ama la música, eso le apasiona. Yo diría que es melomana. Adora la música clásica, puede pasar horas y horas imaginando un paisaje y sintiendo las notas porque eso dice ella, que la música clásica no es para apreciarla sino para sentirla, asumirla, vivirla. Aún recuerda la primera vez que escuchó a Vivaldi, (yo ni me acordaba hasta que me lo platicó) tenía cuatro años e iba caminando en el bosque de Chapultepec, de pronto un sonido armónico captó su atención y fue caminando hacia él y ante su mirada se abrió una explanada en donde estaba un conjunto de violinistas entonando las cuatro estaciones de Vivaldi. Cuenta que  fue su primer experiencia estética en la vida, pues lo que sintió en ese momento fue una emoción indescriptible, un deseo incontrolable por llorar pero no de tristeza, vivió algo totalmente desconocido a sus escasos cuatro años. Pidió en ese instante se le comprara el disco de esa melodía y así fue, desde entonces las cuatro estaciones de Vivaldi implican para Sofía alegría absoluta. Ahí comenzó su pasión por la música  y como afortunadamente creció en una ciudad donde abundaban los conciertos, cada domingo durante un buen periodo de su infancia, asistía a un concierto en la sala Nezahualcoyotl de Ciudad Universitaria. Sofia conoció ahí a los grandes compositores, Mozart, Bethoven, Wagner. Este último le apasionó cuando logró entender sus óperas.  Bien, recuerdo la primera vez que la lleve a la ópera, tenía ya unos 17 años y estuvo en el Palacio de Bellas Artes una ópera de Wagner la gran "Tristán e Isolda". Sofía no cabía de la emoción pero recuerdo muy bien que lloró inconsolablemente ante la historia tan trágica de amor que vió. Desde entonces, es una ópera que considera magnánima y la utiliza para escribir pues siempre dice que Wagner es para hacer trabajos intelectuales. Se apasionó con la relación entre Wagner y Nietzsche le llevó unos seis meses leer sobre eso y escribió un texto pues no entendía por qué siendo tan amigos terminaron odiándose tanto. Sofía disfruta mucho los diálogos entre grandes pensadores, en ocasiones pienso que es porque ella jamás se ha sentido comprendida y nunca ha encontrado a alguien con quien dialogar de todo lo que trae encima pues no le ha sido nada fácil adaptarse a este mundo.
En realidad a Sofía le apasionan muchas cosas, no acabaría de mencionarlas todas. Pero si puedo decir, que Sofía es y será lo mejor de mi vida, si ella no hubiera existido en mi vida yo no sería lo que soy y sin duda alguna, el mundo sería muy distinto. Hoy agradezco a la vida que me dio esta hija mía, que aunque nunca nació, siempre ha estado conmigo siendo yo misma.

1 comentario:

Echavez dijo...

Bella Sofía, Bella toda. Así que inconscientemente cuentas??? Y los artículos de dibujo son tu pasión?? También tú?? Y Vivaldi, sus 4 estaciones, y lo mejor, la Lluvia del Invierno. Ya espero las partes siguientes!! Gracias. Desafortunadamente, los colores no son muy amigos míos. Un Placer conocerla, aunque siento que ya la conocía dedsde.

Gracias.