Ayer treinta de septiembre cumplí mis treinta y tres años. Fue un día lindo para tratarse de mi cumpleaños pero también se me removieron infinidad de sentimientos que trajeron recuerdos llenos de tristeza. Pues fue un treinta de septiembre cuando depositamos las cenizas de mi madre y se hizo una ceremonia de despedida según sus creencias.
Decir un adiós eterno en un día en donde uno festeja su nacimiento es un tanto cuanto paradójico. Siempre, desde el acontecimiento, he tratado de encontrar el sentido simbólico de este hecho. Es decir, pensar en el día de mi propio nacimiento y a la vez pensar en ese día como el de la partida finita de quien me dio la vida. Vaya contradicción, sin embargo, creo que podría darle un sentido especial si lo busco.
En fin, tan sólo vine a decir buenas noches a mis letras y darle un descanso a mi silencio que espero ya no dure mucho.
2 comentarios:
La edad de cristo.
Qué te digo..., nada, ...es mejor. El silencio es mejor. Igual tomaré una hoja de papel de china, color verde, y envolveré uno de aquellos sueños que dejé para ti bajo la almohada y lo envolveré cuidadosamente. lo bañaré con aroma de manzana recién cortada y húmeda por el rocío, y pasaré esta madrugada a dejarlo en la puerta de todas tus ideas. alguna lo tomará y lo llevará hasta ti para que lo disfrutes. te hará sentir feliz, ...te lo mereces.
Lau, ...mi EmmaLau
Gracias navegante... Te quiero, lo sabes.
Gracias por ese papel de china color verde, seguramente resurgirá la idea de ese sueño indecible porque de lo que no se puede hablar, mejor callar. Ya lo decía el gran filósofo Wittgenstein.
Pronto volveré a navegar en tus sueños y a decirte cosas bellas muy quedo al oído.
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