jueves, 25 de junio de 2009

Funesto e irremediable adiós


Ahora si comienza la despedida. Son ocho años los que se quedan atrás, no como un olvido, ni como un mal momento. Es o mas bien, lo quiero ver como un rito de iniciación a otra etapa de mi vida. Recuerdo cuando después de unos años terminé mi carrera, fue un cambio fuerte de vida, la dinámica cambió, recuerdo también cuando decidí casarme y me mudé de ciudad y fue también un cambio muy fuerte de vida. Al poco tiempo vino la muerte de mi madre este ha sido sin duda el cambio más fuerte. Los cambios se apaciguaron un poco, hasta después de siete años que decidí separarme, sin duda ha sido un cambio fuertísimo en el cual hubo modos de vida muy diferentes pero quizá, el culmen de este cambio comienza a verse, pues ahora no sólo me voy a vivir a otro lugar diferente al que compartía con mi esposo, ahora me voy a una ciudad totalmente ajena, muy muy lejana de todo lo que hasta el día de hoy ha sido testigo de mi vida. Me voy hacia donde nada ni nadie me conoce en ningún sentido. Creo, después de la muerte de mi madre, éste será el cambio más drástico y fuerte que daré hasta estos tiempos.
La vida es así sin duda un devenir constante, ya lo dijo el gran Heráclito. 
El espíritu humano es sin duda un profundo instinto de supervivencia que lo hace trascender a uno situaciones y épocas reinventando el futuro. Quizá este instinto ejerce una atracción irresistible en dirección a la esencia de nuestro ser, hacia lo más íntimo de uno mismo y con suerte; al rumbo de las estrellas, esos puntos de luz que encierran una escritura que tal vez nos pueda revelar la razón por la cual estamos disfrutando de una vida que culmina con la muerte.
Sin embargo, por primera vez en mi vida, estoy viviendo un cambio drástico pero con conciencia de lo que es y lo que implica. Mi búsqueda constante la cual es probable que apenas comienza, mis inquietudes sobre el sentido de la vida, mi interés por comprender un poco más lo que me rodea. Todo esto, termina por ser ya mi prioridad, me voy, me voy a una especie de desierto existencial en el que comenzaré a encontrarme de nuevo o mejor dicho, en donde muy seguramente me voy a reconocer. Recuerdo unas palabras del gran físico Steven Weinberg (premio nobel de física en 1979). 
"El esfuerzo por comprender el universo es una de las pocas cosas que eleva la vida humana por encima del nivel de la farsa y le confiere un poco de la dignidad de la tragedia"

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