Un lapsus Cioranesco

Siento que me estremezco cuando vengo al sitio de los misterios, quisiera apoyar mi cabeza en los recuerdos como para nunca dejarlos ir. Sin embargo presiento y siento y vuelvo a sentir que lo que  veo es simplemente el espejismo de mi misma. Que fluyo junto con mi ideas y que despacio me  convierto en lo que de verdad soy. Camino por el pensamiento, topándome con todo tipo de conocimiento sin embargo, nada me ha aclarado el sin sentido de la vida cuando no hay razón  de por medio para pronunciar lo impronunciable. Creo no estar cierta, ni clara, simplemente  creo estar. Tan sólo veo que la noche me envuelve sin importar el sentido  de la temporalidad real, y es que la oscuridad suele  interpretarse como lo que no es claro. Pero ¿cómo  tener la claridad sin la oscuridad ? A veces me cuestiono mucho  sobre los procesos que se dan entre una cosa y otra y es que tal parece que se viven saltos hacia lo bueno, hacia lo verdadero, hacia lo adecuado sin embargo nada de eso es real, nada es cierto. Es como  el “dios ha muerto” de Nietzsche. Porque vamos simplemente vamos sin sentir lo que en realidad es importante, creemos y creemos, profesamos credos y misterios como si en si lo que ya somos no lo fuese. ¿Hay necesidad de sentirse bien? ¿es obligación estarlo? ¿es forzoso ser “feliz”? nunca, nunca lo he comprendido y es que  de verdad eso no soy yo, no soy “ellos” no soy “tú” simplemente soy . Recuerdo a Descartes y su duda metódica, ¿será en verdad un método para descubrir la verdad? O ¿simplemente  es un proceso y ya?

Quisiera ser como Spinoza, encontrar la razón en la naturaleza, sentir el espíritu de lo sagrado y volverme una con la materia. O incluso una mónada  como la describe Leibniz, ser un ser encerrada en mi y ya no más. ¿Para qué más? ¿para qué sentir lo de los demás? Como diría Cioran ¿por qué no permanecer cerrada en mí misma? Libre de todo tipo de paroxismo y ya.