Me gusta caminar sigilosamente por la luna de mis sueños.

Los días de atrás están muertos y aún sigo esperando que revivan.

El viento me sopla en el rostro y juega con mi cabello a punto de ser recortado.

Mi sonrisa aparece de modo involuntario, sé que no pierdo nada al dejarla surgir.

Me agrada el sol aunque pienso en mi luna, descubro que no hay nada malo en la contradicción del ser;pienso en Parménides.

Hoy me atrevo a caminar hacia adelante y me sé una especie en extinción.

Me acerco a mi misma, pienso en lo que soy y vuelvo a sonreír.

Tomo las flores del camino con cariño, las huelo tratando de sentir su delicadeza, entonces recuerdo las flores que me cantaron en un sueño.

Siento instantes de paz absoluta y me muevo como no queriendo hacer ruido para no despertar de este momento.

Creo en mi misma, lo hago.

Volteo hacia el cielo como en una especie de rito de agradecimiento.

Vuelvo a mi camino y sigo siendo la misma niña de siempre.

Me reafirmo: nada está mal.